CARTA DEL MOVIMIENTO DE MUJERES DE KURDISTAN (KOMALEN JINEN KURDISTAN) A MARÍA DE JESÚS PATRICIO MARTÍNEZ, VOCERA DEL CONCEJO INDÍGENA DE GOBIERNO

Para la compañera María de Jesús Patricio Martínez, representante de la voluntad del pueblo indígena de México y del Congreso Nacional Indígena.

En primer lugar, queremos enviar a nuestra hermana mexicana nuestro más sentido respeto y saludos revolucionarios desde las montañas del Kurdistán hasta las cordilleras de Sierra Madre más allá de los océanos. A pesar de los ríos, las montañas, los desiertos, los valles, cañones y mares que nos separan, somos hermanos y hermanas indígenas, sin importar en qué parte del mundo estemos. Nuestra lucha, nuestra resistencia contra la ocupación y el colonialismo, nuestro sueño por una vida libre es común y en este sentido, como Movimiento de Liberación del Kurdistán, declaramos que consideramos la lucha por la autodeterminación, la auto-administración y la autodefensa de los pueblos indígenas de México organizados en el Congreso Nacional Indígena (CNI) como nuestra propia lucha y la apoyamos basados en los principios de solidaridad revolucionaria. Los pueblos indígenas son las venas por las cuales los principales valores culturales y sociales de la humanidad se vienen transmitiendo desde los primeros momentos de la socialización hasta nuestros días. Sin duda ningún pueblo es superior a otro, pero en un momento en que la modernidad capitalista trata de destruir todo valor comunal, los pueblos indígenas son el resguardo del tejido social de toda la humanidad. Los miles de años de memoria colectiva resurgen en nuestras canciones, en nuestros rituales, nuestras oraciones, nuestros tatuajes, nuestras danzas y nuestras tradiciones. Por lo tanto, la lucha por la identidad propia contra los intentos de la modernidad capitalista de borrar las raíces y la memoria de nuestros pueblos, se convierte en la más valiosa de las resistencias. En América Latina como en el Kurdistán, las mujeres lideramos esa resistencia. En nuestros países, que fueron las cunas de miles de años de cultura de la diosa madre, la mujer y la vida, la mujer y la libertad, la mujer y la tierra, la mujer y la naturaleza están inextricablemente vinculadas entre sí.

En Kurdistán expresamos esta realidad en nuestro lema “Jin Jiyan Azadî”, que significa “Mujer Vida Libertad”. El cuerpo y el alma de la mujer son el reflejo del universo en la tierra. Hace miles de años, durante la Revolución Neolítica, fueron las mujeres a través de su organización social las que lideraron todos los cambios que hicieron posible el labrado de la tierra y el comienzo de una vida sedentaria en armonía con la naturaleza. Esa es la razón por la cual la civilización patriarcal del estado, que se produjo en forma de una contrarrevolución basada en la dominación, la explotación y la ocupación, esclavizó en primer lugar a las mujeres. Paralelamente a la dominación de las mujeres se aceleró la dominación de la naturaleza. Fue a través de la opresión de la primera naturaleza que devino la segunda, transformándose ambas en las pinzas que la modernidad capitalista utilizó para presionar con fuerza a la sociedad histórica y así poder destruirla. La actual dominación ejercida contras nuestros pueblos es el resultado de esa mentalidad. Por lo tanto, la resistencia legítima surgida en pos del autogobierno, la autodeterminación y la autodefensa, representa la mayor lucha por la libertad que pueda ejercerse.

Nosotros en Kurdistán hemos desarrollado nuestra propia defensa contra las fuerzas capitalistas modernistas y los ataques de los estados colonialistas que ocupan nuestro suelo, iluminados por las experiencias de lucha de los pueblos indígenas de América Latina. Queremos que sepan que recibimos una constante y especial inspiración de sus experiencias de autogobierno, de buen gobierno y de comunalismo. Esperamos que nuestras experiencias y logros en la lucha representen del mismo modo fuentes de inspiración también para ustedes. Una de las mayores conquistas de nuestro movimiento es la igualdad de participación y representación de las mujeres. Fue el resultado de grandes sacrificios e intensas luchas llevadas a cabo por las mujeres, como finalmente logramos nuestra participación por igual en todas las instancias de toma de decisiones. No como individuos, sino como representantes de la voluntad organizada y colectiva del Movimiento de Liberación de las Mujeres del Kurdistán, es que estamos tomando nuestro lugar en cada aspecto de la lucha. Con nuestro sistema de copresidencias, establecidas desde abajo hacia arriba, representamos la voluntad de las mujeres en cada decisión y desarrollamos una política democrática contra las formas centralistas y patriarcales de la política tradicional. Pero para ello fue necesario convertirnos definitivamente en una fuerza organizada. Estar organizadas es el criterio más importante para lograr el triunfo. En la medida en que estemos organizadas, somos capaces de resistir contra el sistema colonialista y dominante y construir nuestra propia alternativa de gobierno. En este sentido, la organización es nuestra mayor arma de autodefensa. En el pasado muchos pueblos y movimientos no han podido alcanzar los resultados esperados porque no estuvieron lo suficientemente organizados. No fue posible transformar algunos momentos históricos en grandes victorias precisamente por esa falta de organización. Quizás no se haya comprendido en profundidad el significado y la importancia de este hecho, pero hoy estamos en otra etapa. Nos enfrentamos con el deber de multiplicar nuestros esfuerzos para aumentar los niveles de organización ante esta nueva oportunidad de triunfo – en un momento en que el sistema capitalista modernista vuelve a atravesar una profunda crisis en sus aspectos más determinantes. La historia nos está demandando esto. Ustedes como Congreso Nacional Indígena han podido reconocer esta realidad, al declarar las elecciones presidenciales en México como una instancia clave dentro de un proceso que desembocará en el aumento de sus niveles de organización.

Como Movimiento de Liberación de Mujeres de Kurdistán queremos expresar nuestro apoyo a esta decisión, basadas en la convicción de que este objetivo será cumplido y llevado a un nivel mucho más alto a partir de estas elecciones y de las estrategias desarrolladas a tales efectos. Nuestro líder Abdullah Öcalan, que aún se encuentra encarcelado bajo las condiciones más severas de aislamiento por el estado colonialista turco desde 1999, hizo un análisis muy importante en relación a esto a finales del siglo XX. Nuestro líder Apo, previó que el siglo XXI sería el siglo de la liberación de las mujeres, si nosotras como tales, éramos capaces de crecer y determinar nuestros modos y mecanismos de organización. La razón de esta conclusión fue la evidente crisis estructural del sistema patriarcal, que se ha basado en nuestra esclavitud. El sistema patriarcal pretende superar esta crisis incrementando sus ataques contra las mujeres hasta llevarlos al nivel de una guerra sistemática. Al concentrar sus ataques contra las mujeres de todo el mundo con diferentes medios y métodos, el sistema intenta truncar el camino hacia la liberación que hemos iniciado. Los asesinatos de mujeres que alcanzaron el nivel de genocidio en su país y los asesinatos de mujeres líderes en América Latina son los indicadores más concretos de esta realidad.

Queremos que sepan que consideramos a todas las mujeres y líderes de los pueblos indígenas que han sido asesinadas por los brazos que operan desde el sistema dominante, como nuestras propias mártires y luchamos también para hacer realidad sus mismos sueños y esperanzas. Para nosotros los mártires no mueren. De ellos tomamos la fuerza y renacen en cada lucha que iniciamos. En este contexto, la decisión del pueblo indígena mexicano de declarar a una compañera como representante de su voluntad y hacerla su candidata en las próximas elecciones presidenciales, es muy significativa. En este sentido la compañera Marichuy no es solo la voz de los indígenas de México, sino al mismo tiempo de todas las mujeres del mundo. Queremos expresar que consideramos muy importante y valiosa la candidatura de la compañera Marichuy como representante de los pueblos negados, de las mujeres esclavizadas y de los miles de años de sabiduría ancestral que la modernidad capitalista quiere hacer desaparecer.

Como Movimiento de Liberación de las Mujeres del Kurdistán declaramos todo nuestro apoyo y solidaridad a la compañera y al Congreso Nacional Indígena, no sólo en este momento de coyuntura electoral, sino en toda la lucha que su Movimiento está llevando adelante. Sabemos que no es relevante en sí mismo el resultado de las elecciones, ya que es sólo uno de los caminos que los pueblos indígenas de México se han dado en este proceso y en este momento particular de la lucha. En ese sentido la victoria ya está dada. Porque el sistema capitalista modernista se alimenta de la división de las fuerzas y de la desorganización de los pueblos y las sociedades que quiere dominar; pero ustedes ya han construido el terreno para el éxito formando su unidad organizada. De ahora en adelante es importante no perder de vista este objetivo, que no es otro que el de crecer en organización. Su triunfo será nuestro triunfo. Nuestra lucha es su lucha. Somos el pueblo hermano de las montañas que han surgido de las mismas aguas profundas. Incluso desde nuestras diferentes lenguas compartimos los mismos sueños, nos enamoramos de la misma utopía y resistimos en aras del mismo amor. Les enviamos desde aquí toda la fuerza necesaria en esta nueva etapa, los saludamos con nuestros más genuinos sentimientos revolucionarios y los abrazamos con toda nuestra solidaridad y camaradería.

¡Viva la hermandad de los Pueblos!

¡Viva el Internacionalismo Revolucionario!

¡Mujer Vida Libertad! Jin Jiyan Azadi

Coordinación del Movimiento de Mujeres de Kurdistan Komalên Jinên Kurdistan (KJK)
7 de Junio de 2017

La «izquierda» en Ecuador

La «izquierda» en Ecuador

Por Decio Machado / Director Ejecutivo de la Fundación ALDHEA
El posicionamiento en la segunda vuelta de los partidos políticos de la “izquierda” a la “izquierda” del correísmo llamando al voto a favor de la candidatura de Guillermo Lasso, representante político del capital financiero e impulsor de un plan de gobierno de marcado perfil neoliberal, abre una serie de debates sobre la utilidad estas viejas estructuras organizativas y sus direcciones políticas como herramientas útiles para la transformación social en este pequeño país andino.
El origen del concepto político “izquierda”
El término “derecha” e “izquierda” en política tiene su origen histórico en Francia en una votación que se desarrolló en la Asamblea Constituyente el 14 de julio de 1789, el mismo día en que el pueblo de París asaltó la fortaleza de la Bastilla, cuando se discutía la propuesta de un artículo de la nueva Constitución en la que se establecía el veto absoluto del rey a las leyes aprobadas en la futura Asamblea Legislativa.
Los diputados que estaban a favor de la propuesta (girondinos), que suponía el mantenimiento del poder absoluto del monarca, se situaron a la derecha del presidente de la Asamblea, mientras que los que defendían que el rey sólo tuviera derecho a un veto suspensivo y limitado en el tiempo (jacobinos), posicionando lógicas más democráticas por encima de la autoridad real, se situaron a su izquierda. Es así que el concepto de “izquierda” quedó asociado a las opciones que propugnaban un cambio político y social, mientras que el término “derecha” quedó asociado al conservadurismo.
Sin embargo, desde la toma de la Bastilla hasta hoy el mundo ha cambiado notablemente y un término tan ambiguo como “izquierda”, definido en otros momentos por el concepto y rol de Estado, del mercado y de las personas al interior de la sociedad, debe ser inevitablemente actualizado.
Haciendo historia, sería al propio Vladimir Lenin a quien nunca le agradó en exceso dicho término, prefiriendo la denominación de bolcheviques (en ruso, “miembro de la mayoría”) para diferenciarse de forma contundente de las posiciones políticas socialdemócratas rusas (también conocidos como mencheviques). El mismo Lenin escribiría, en 1920, la obra La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, uno de los textos más importantes del marxismo y donde se aborda la tarea de la construcción del partido revolucionario en clara relación entre el marxismo y el movimiento proletario.
No es casualidad entonces que pese a que el concepto político “izquierda” tenga un origen marcadamente parlamentarista, la revolución bolchevique fuese -entre otras cuestiones- un conjunto de sucesos históricos de connotaciones marcadamente antiparlamentarias. Lenin llegaría a definir a la actividad legislativa como “cretinismo parlamentario”, impulsando junto a León Trotsky –quien tuvo a su cargo la creación del Ejército Rojo- la construcción de los Sóviets (asambleas de obreros, soldados y campesinos) en contraposición terminológica y conceptual a un viejo sistema parlamentario burgués que apenas había permitido la participación de las masas en el gobierno de la nación. Visto desde esa perspectiva, ¿es aplicable el término “izquierda” en una América Latina donde el modelo parlamentario esta lejos de ser el espacio para encontrar una expresión política para sus problemas sociales?
A punto de cumplirse el centenario de la revolución bolchevique, no hay país -tanto del Norte industrializado como del Sur en vías de desarrollo- donde la “izquierda”, las “izquierdas” en realidad, no conformen una amplia diversidad de opciones políticas diferenciadas.
Esta multiplicidad de opciones ideológicas (socialdemócratas, comunistas, socialistas, anarquistas…) y su abanico de matices (trotskistas, leninista, maoístas, anarco-comunistas, social-liberales, bolivarianos…) hacen complejo el llegar a un consenso sobre qué es hoy ser de “izquierda”. Esto se agudiza bajo la inconsecuencia de que hay sectores políticos de rancia ortodoxia “izquierdista” que, aun hoy, excluyen de sus identidades ideológicas a todo aquel que no venda su fuerza de trabajo a cambio de un salario (el viejo proletariado carente de propiedades y medios de producción). Sin embargo nuestras sociedades y sus sistemas productivos evolucionan de forma cada vez más acelerada, lo cual implica aberraciones tan grotescas como que, siguiendo los viejos parámetros ortodoxos, un gerente corporativo que no tenga acciones en la empresa que dirige podría ser considerado como clase explotada, mientras que un operario de esa misma corporación que trabaje en su casa con una computadora de su propiedad ya no formaría parte de esta. En definitiva, la compleja evolución del capitalismo y su mutación tecno-organizativa promovida en el marco de la producción/reproducción global del sistema sigue siendo un fuerte obstáculo para la comprensión del mundo actual por parte de sectores que aun leen el sistema productivo bajo las lógicas de demanda de fuerza de trabajo existentes en épocas pasadas.
A estas dificultades para entender el entorno por parte de sectores anclados a una mirada decimonónica, hay que añadir que la complejidad del mundo actual hace que los conceptos y acciones que definen a la “izquierda” en un país, puedan ser entendidas de forma contraria en otro al mismo tiempo. Un ejemplo de lo anterior podría remontarnos a 1948, donde apoyar la creación del Estado de Israel en Europa era una posición de “izquierda”, mientras que en los países árabes dicha posición tan solo fue apoyada por las corrientes políticas conservadoras. Es desde esa dislocación geográfica desde donde se entiende que la gestión del presidente Rafael Correa sea considerada por gran parte de la “izquierda” eurocéntrica -inmersa en el desmantelamiento del Estado “protector”- como un referente en materia de políticas públicas progresistas, mientras que en Ecuador los movimientos sociales y organizaciones populares viven desde hace años en permanente conflicto con el gobierno.
La problemática en el ámbito de las definiciones sobre que es “izquierda” transversalizan hoy diferentes aspectos de la realidad social, cultural, política y económica en la que vivimos. Respecto a lo económico, ¿hasta donde se es de “izquierda” aceptando la economía de mercado? ¿es que por impulsar la intervención del Estado en la economía, tal y como lo hizo Barak Obama en su primer mandato, se es de “izquierda”? ¿es que por democratizar el acceso al consumo, aunque esto beneficie al capital especulativo bajo lógicas de endeudamiento popular, un gobierno puede ser definido como de “izquierda”? Respecto a lo político, ¿es que toda persona que se considera de “izquierda” respeta las libertades, los derechos colectivos y está contra las dictaduras? ¿es que porque un gobierno establezca parámetros de modernización para un modelo de capitalismo tardío que entró en crisis, dicho gobierno puedo ser considerado de “izquierda”? Respecto a la orientación sexual, ¿es que por no seguir los cánones preestablecidos por el modelo patriarcal ya se hace una apuesta por el socialismo? Respecto a nuestra posición ante al derecho de las mujeres ¿es que toda persona que se considera de “izquierda” es de por sí feminista? Respecto a nuestra sensibilidad ambiental ¿es que por tener una posición proteccionista respecto a la riqueza de nuestro entorno natural se esta propugnando un modelo de sociedad más justo e igualitario? La lista de preguntas con respuestas contradictorias podría ser ostensiblemente más larga, pero en la práctica lo que se demuestra es que la calificación “izquierda” quedó como un concepto demasiado estático y requiere ser actualizado dada la realidad tan dinámica en la que actualmente estamos inmersos.
En todo caso no se trata de hacer de la dialéctica un tramposo bastión revisionista e intentando conceptualizar, lo más simplistamente posible, lo que en general se entiende en la actualidad como como “izquierda”, cabe rescatar la visión liberal-socialista del filósofo y politólogo italiano Norberto Bobbio, quien lo caracteriza como una sensibilidad ideológica que busca la igualdad. Si queremos ampliar este concepto de forma más académica, podríamos citar a Steven Levitsky y Kenneth Roberts en su obra The Resurgence of the Latin American Left:

Los partidos de izquierda buscan utilizar la autoridad pública para distribuir la riqueza o los ingresos hacia los sectores con menores ingresos, erosionar las jerarquías sociales y fortalecer la voz de los grupos desaventajados en el proceso político. En la arena socioeconómica, las políticas de izquierda procuran combatir las desigualdades enraizadas en la competencia de mercado y en la propiedad concentrada, aumentar las oportunidades para los pobres y proveer protección social en contra de las inseguridades de mercado. Aunque la izquierda contemporánea no se opone necesariamente a la propiedad privada o a la competencia de mercado, sí rechaza la idea de que pueda confiarse en las fuerzas no reguladas del mercado para satisfacer las necesidades sociales. En el ámbito político, la izquierda procura aumentar la participación de los grupos menos privilegiados y erosionar las formas jerárquicas de dominación que marginan a los sectores populares. Históricamente, la izquierda se ha concentrado en las diferencias de clase, pero muchos partidos de izquierda contemporánea, han ampliado ese foco para incluir las desigualdades basadas en el género, la raza o la étnia (Levtisky y Roberts, 2011: 5)

Conscientes de lo muy limitado del concepto, pues ignora la tensión en torno a la propiedad privada y la hoja de ruta para la construcción del socialismo, el control del mercado y de los medios de producción, la lucha contra el modelo patriarcal, la sostenibilidad del planeta, la participación política de la ciudadanía y la democratización de la sociedad, o como se destruye o al menos se transforma el Estado (Marx habló de la disolución del Estado y Lenin de un Estado “no Estado”), nos quedaremos en principio con esta escueta definición.
¿Hubo un gobierno de “izquierda” en la última década en Ecuador?
Pese a su limitación conceptual, dimos por bueno en el punto anterior que un gobierno de izquierda sería aquel que basase sus políticas públicas fundamentalmente en la lucha contra la desigualdad económica.
Si partimos de esto, el elemento más convencional de lucha contra la desigualdad ha de enmarcarse en el ámbito de la distribución de la riqueza y de la dignificación del ingreso hacia los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Sin embargo, para que esa distribución de la riqueza no se coyuntural -tal y como ha sucedido en América Latina durante el llamado boom de los commodities- dichas políticas públicas han de basarse en la desconcentración de la propiedad, y es evidente que las “izquierdas” en el poder en la región tienen una deuda pendiente al respecto.
Tras más de un década de gobiernos de “izquierda”, en la América Latina de hoy el 10% más rico de la población concentra el 71% de la riqueza regional, y es el propio Banco Mundial –nada “izquierdista” por cierto- quien reconoce públicamente que de continuarse esta tendencia, en menos de diez años el 1% más rico del subcontinente tendrá más riqueza que el 99% restante.
En ese sentido Ecuador no ha sido una excepción. Las empresas más grandes que operan en su mercado nacional han ganado más durante la gestión correísta que durante los años anteriores a la llegada del presidente Correa al gobierno de la nación. Así, en 2006, con un PIB de 46,8 mil millones de dólares, las 300 empresas más grandes en Ecuador ingresaron 20.363 millones de dólares, lo que viene a significar un 43,6% del PIB; mientras que seis años después, en 2012, con un PIB de 84.700 millones de dólares –casi el doble que en 2006-, estas mismas empresas ingresaron 39.289 millones de dólares, lo que implica un tres puntos porcentuales más del PIB nacional. En la actualidad, con un PIB en torno a los 100.000 millones de dólares la situación no ha cambiado y se agudiza la concentración semi monopólica de empresas en los diferentes sectores del mercado. El fisco ecuatoriano reconoce la existencia de 118 grandes grupos económicos que operan en el mercado nacional de los cuales 16 de ellos controlan la mayor parte de la economía (ver Figura 1). En pocas palabras, los mismos que antes ganaban más ahora ganan todavía más.
Figura 1: Grupos económicos – Ingresos vs IR Declarados
No existe discusión respecto a que la distribución del ingreso requiere mejoras en los niveles de empleo digno y productivo, incremento de los salarios reales, un gasto público social enfocado hacia los sectores históricamente ignorados y de una mayor equidad en la tributación.
Más allá de los escasos avances durante está última década en materia de empleo digno, en el ámbito de lo tributario -cuestión fundamental para enfrentar la distribución de la riqueza-, cabe reseñar y volviendo a ese 10% más rico de la población latinoamericana, que este sector tan solo tributa un promedio del 5,4% de su renta en la región. El problema se agudiza cuando miramos al Ecuador, pues más allá del propagandístico discurso confrontativo contra las élites económicas que se ha desarrollado durante esta última década, podemos apreciar en el Gráfico 1 que mediante estructuras impositivas regresivas (principalmente impuesto al consumo), tolerancia respecto a la evasión fiscal y política de excepciones impositivas, la política gubernamental no ha hecho recaer sobre estas castas privilegiadas el peso fundamental de la carga fiscal en el país.
Gráfico 1: Proporción de impuestos a la renta que pagan los más ricos en distintos países
La consecuencia de lo anterior deriva en el creciente déficit fiscal y el mantenimiento de la desigualdad social existente. Más allá de su retórica, el gobierno correista no pasa de ser un gobierno caracterizado por del diseño tecnocrático de sus políticas, la implementación de un Estado-control sobre la ciudadanía basado en sus miedos a la movilización popular, una fuerte concentración de poder en torno a la figura presidencial, la limitación respecto a derechos civiles y políticos en la sociedad, una preocupante incapacidad para plantear acciones efectivas de lucha contra la corrupción, así como un articulador de políticas complacientes con las élites económicas que más sirvieron para salvar el mercado tras el nefasto caos neoliberal que para cuestionarlo.
No podemos negar que el gobierno de Rafael Correa ha reducido los indicadores de pobreza, especialmente durante los primeros seis años de su mandado, sin embargo, si consideramos por ello que es un gobierno de “izquierda”, deberíamos también considerar a todos los gobiernos de América Latina -desde el año 2000 al 2013- como gobiernos de “izquierda”, lo cual evidentemente sería una imprecisión.
Los otros: esos partidos que se gustan de llamarse a si mismos la verdadera “izquierda”
No ha sido fácil el reto que han tenido que afrontar durante esta década los movimientos sociales ecuatorianos y la autodenominada verdadera “izquierda”. El aparato de propaganda correista les dejó sin banderas, entendiendo por estas la dialéctica política en pro de los de abajo. En todo caso, difícil justificación para un mal estudiante es decir que suspendió el examen porque este era difícil…
Este sector de la izquierda -marxistas se dicen de sí mismos- desde hace casi un siglo comete el error de pensar que el marxismo tiene el monopolio de la emancipación, ignorando que dicho pensamiento no es más que un meeting point y no un dogma de fe religioso a trasmitir, entre bostezos, a cada vez menor número de feligreses. Es así que ante el surgimiento del correísmo como una herramienta electoral efectiva que llena el significante vacío de cualquier cosa arropándose bajo un discurso de “izquierda”, esta “izquierda” ha entrado en una crisis existencial que contagió a las organizaciones populares que en años anteriores destacaron por sus resistencias contra las políticas de la “larga noche neoliberal”.
Lo anterior deriva en que esta “izquierda” durante la última década haya tenido muy poco que aportar en el debate sobre intervencionismo estatal en la economía; el desarrollo de la sociedad de consumo; el cada vez mayor desarrollo tecnológico; la nueva organización del trabajo impuesta por el capitalismo cognitivo; y, la reactualización del colonialismo económico, cultural y académico en el país. Es más, en estos últimos años dicha “izquierda” se ha olvidado de descentrar el problema del poder y la dominación de la lógica del Estado y la soberanía; ignorando principios foucaultianos tan básicos como que el Estado no es el punto de partida para una analítica del poder moderno, sino más bien su punto de llegada (la forma histórica que han adquirido en un determinado momento un conjunto de relaciones de poder). Es de esta manera que el debate sobre el biopoder (modos en que el poder gobierna la vida desde su exterior, tratando de capturarla, controlarla, fagocitarla y reprimirla) se desplazó al ámbito de lo académico, quedándose en el marco de un frustrante juego semi-intelectual que en la mayoría de los casos carece de efectividad para articular prácticas de resistencia (biopolítica). Afortunadamente y pese a lo anterior, las prácticas de resistencia persisten, pues son inmanentes a la vida misma, bloqueando, resistiendo y creando nuevos modos o formas de vida sobre los que hemos de retroalimentarnos a futuro.
El resumen de esta cuestión es que la mayoría de estos partidos políticos de la “izquierda” continúan haciendo infructuosos esfuerzos por encajar de forma adecuada en la nueva cartografía socio-política estructurada por el correísmo, la cual se ha desarrollado de forma efímera –mientras duró la plata- mediante un nuevo modelo de capitalismo posneoliberal con amplia intervención del Estado. El mismo hecho de que diez años después de la llegada al poder de Rafael Correa, esta “izquierda” siga teniendo dificultades a la hora en caracterizar el proceso político en el que estamos inmersos, genera su propia incapacidad a la hora de construir contra-modelos al poder hegemónico. Sus discursos y construcciones políticas quedan cortos e inadecuados a la hora de dar respuestas a una sociedad que demanda cosas concretas en el día a día de la realidad político económica vigente. Lo anterior implica que esta “izquierda” viva ante cada contienda electoral una lenta agonía ante mortem, presentando programas electorales centristas y eclécticos cuyos planes de gobierno y vistos sus resultados, pocos sentimientos fuertes inspiran en la población.
Pero más allá de lo que tiene que ver con los partidos políticos de la “izquierda”, vemos también a un movimiento indígena incapaz de superar la crisis a la que se abocó solito tras pretender cogobernar junto al gobierno de Lucio Gutiérrez (2003-2005). En estas condiciones y pese a que son las y los compañeros indígenas quienes en la mayoría de los casos han puesto sus cuerpos frente a la represión estatal, hace años que el movimiento indígena navega entre tinieblas demostrando -en el marco de este proceso de modernización acelerada implementada por el correísmo- su incapacidad para reconstruirse como un actor político de cambio y de igual manera el notable estancamiento discursivo de su dirigencia.
Lo anteriormente descrito condiciona a una “izquierda” a la “izquierda” del correísmo que en general se encuentra muy golpeada por las estrategias gubernamentales de desacreditación a la oposición política y social, lo que se visualiza en la falta de capacidad para la articulación de fuerzas “antagónicas” en los escenarios políticos actualmente existente. Inmersos en la falta de propuestas y carencia de proyecto alternativo de sociedad, sonroja ver como en la actualidad gran parte de estos sectores piden el voto activo al partido del capital financiero (la candidatura presidencial de Guillermo Lasso) en esta segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Pero sonroja más aún ver como la escenificación dialéctica de su dirigencia se basa en la autojustificación permanente de dicha medida, a la que llaman “gratuita”.
Haciendo memoria histórica, el marxismo fue inicialmente introducido y socializado en América Latina por inmigrantes alemanes, italianos y españoles a finales del siglo XIX. Fue a partir de la década de 1920 cuando aparecieron los primeros partidos obreros y sus primeros líderes. Entre estos destacó la figura de Julio Antonio Mella, quien al grito de guerra de “Wall Street debe ser destruida” proponía un frente único compuesto de “trabajadores de todas las tendencias, campesinos, estudiantes e intelectuales independientes” donde no tuviera cabida la burguesía nacional.
Sin embargo, la actual posición de la “izquierda” ecuatoriana recuerda más bien al segundo período del marxismo en América Latina (1930 al 1959), cuando en pleno apogeo stalinista la interpretación soviética del marxismo fue hegemónica y por consiguiente la teoría de la revolución por etapas de Stalin. Así esta “izquierda” no se refunda, sino que retrocede entre sesenta y noventa años, momentos cuando la teoría marxista en el subcontinente se limitaba a transplantar mecánicamente a América Latina conceptos europeos, considerando que la estructura agraria del continente era feudal como la europea, su burguesía local era progresista como la francesa y el campesinado era un sujeto hostil al colectivismo socialista. La máxima de la “izquierda” en aquel momento fue: las condiciones económicas y sociales en América Latina no están lo suficientemente maduras para una revolución socialista; por el momento, el objetivo es concretar una etapa histórica democrática y antifeudal, tal y como se hizo en la Europa de los siglos XVIII y XIX.
De esta manera tan absurda, Stultiae laus lo llamaría Erasmo de Rotterdam si renaciera quinientos años después, una “izquierda” que dice determinar su posición política actual en aras a la defensa de la democracia se sumerge en una campaña activa pidiéndole voto a favor de un programa neoliberal (como si en el subcontinente hubiera sido compatible neoliberalismo y democracia), en lugar de plantear la defensa irrestricta de aquello que el filósofo francés Claude Lefort definiera hace cuarenta años como “democracia salvaje”. Es decir, defender un modelo de democracia no domesticada ni domesticable, cuyo principio es anárquico: sin orden, sin fundamento y con un sentido enmarcado en la ampliación permanente de derechos.

ECUADOR, MÁS ALLÁ DE LA MITAD DEL MUNDO

Entre las múltiples reflexiones sobre el resultado de las elecciones hay una, pequeña pero muy clara, realizado por Natalia Sierra https://lalineadefuego.info/2017/02/21/mas-que-un-fraude-electoral-un-fraude-historico-por-natalia-sierra/, pero que merece puntualizar más algunos detalles que no se toca por, quizá, ser “políticamente incorrecto” o porque la izquierda ha construido mitos y tabús intocables que no permiten ir a fondo a la hora de los aprendizajes ineludibles frente a las derrotas.

 

Asumir los errores no solo es de valientes, sino, por ende, de dignas rebeldías. Solo de ahí la posibilidad de aprender, por eso felicitaciones por el remate del pequeño artículo de Natalia Sierra, que significa, entonces, invitar a reflexionar, ciertamente, sobre caminos ya trillados y que sin embargo, por razones débiles, no se quieren reconocer. La izquierda ecuatoriana ha sido más liberal que otra cosa. Así leyeron a Marx. Izquierda más de personalismos que de principios. El último auténtico fue el doctor Manuel Agustín Aguirre que hoy, quienes liquidaron su corriente, los socialistas amarillos(*) de los Enriques Ayalas y demás, tratan hasta de erIguirse en sus discípulos. Pero más grave es lo de los líderes del movimiento indígena que, por su potencialidad y raigambre como movimiento, merece que se ponga a replantear muchas cosas. Para empezar, no se vale y hasta resulta de baja estatura y marrullería politicóide, denostar a posteriori, cuando se le apostó a participar. Solo cuando vieron que no eran sus aspiraciones de candidaturas las que triunfaban, entonces sí, tomaron distancia, como es el caso, por ejm., de un dirigente de la histórica Ecuarunari que, si se siguen sus declaraciones de los últimos meses, no solo valoraba positivamente a politiqueros como el ex general Moncayo o Ayala, etc, sino que creaba expectativas entre las “bases” sobre lo que significaría si ganaban; pero resultó que ni su organización optó por él, sino por Tibán, y notoriamente y de manera adrenalina hizo un giro, oportunista, claro, de ahora sí criticar este proceso que, en particular, nunca hemos creído. Se valoraría si a sus nuevas posiciones las fundamentarían con una autocrítica. El tema es de principios, no de pragmatismo político, propio de la ética liberal, de la cual a pesar de ser dirigentes indígenas, se han aculturado con ella. Por eso se sostienen como líderes, montándose sobre los usos y costumbres tan valiosos y muchas veces alternativos a los usos y costumbres liberales. Líderes que hacen política, a la usanza de esa izquierda que, aunque les cueste aceptar, ya tiene más de medio siglo de fracasos y que no aprende por designio de egos y etcs, a aceptar errores. CUANDO ACEPTEN LOS ERRORES HISTÓRICOS QUE NO HAN SIDO DE ABAJO Y A LA IZQUIERDA, como lo declara la Sexta Declaración de la Selva Lacandona de los zapatistas que al fin parece que alguien la ha leído después de doce años, y, por lo que se ve, medio entendido. El abajo y a la izquierda es en todo; abajo y a la izquierda en la práctica, en los acuerdos, en la lucha. Aunque es loable este artículo que llama a reconocer errores, también hay que llamarle la atención sobre lo que entiende de abajo y a la izquierda porque el abajo es de izquierda, precisamente, por su antagonismo al capitalismo, no solo por esa débil y hasta liberal idea sobre injusticia social, etc. que en dicho artículo manifiesta N.S. En todo caso, hoy es la posibilidad de un futuro que supere a los Correas y también a estos llamados líderes aculturados y, peor aun, de socialistas amarillistas como los Ayalas y etc, liquidadores del socialismo revolucionario de abajo y a la izquierda que el Dr. Aguirre -con sus limitaciones románticas-, legara sin que nadie se tome el tiempo de valorarlo. Un futuro donde haya la certeza de que no se puede delegar a nadie la tarea de cambiar el mundo. Eso lo hacen en las luchas diarias ese pueblo, desde hace mucho, y desde abajo y a la izquierda, cuyo mayor ejemplo es la autonomía zapatista y, hoy, la iniciativa de formar un Consejo de Gobierno Indígena, donde los que lo representen manden obedeciendo.

 

(*) En Ecuador se llamaba “socialistas amarillos” a una especie de Socialismo “light”como el de hoy chileno.

!TODOS SON LA MISMA PUERCA REVOLCADA

No creemos en nadie más que en nosotros/as mismos/as. Ni en la izquierda ni en la derecha. Ni en el gobierno, ni en la llamada oposición de todos los colores. Ni en esa izquierda que se habituó a mirar arriba (bascas nos suscitan: lOS socialistas amarillos liquidadores de lo que fue el socialismo revolucionario y que hoy, mostrando su rostro, se han apropiado de su nombre, solo después de haberse asegurado que lo liquidaron bien liquidado. La historia cobrará cuentas). Ni en los del acumulado oportunista del MPD. Ni en Pachacutik, obvio. Ni en los carreristas líderes de la CONAIE que arriban medrando de su propio pueblo. Ni en los sindicatos. Y no somos anarquistas, solo somos de abajo. No creemos en quienes forman parte de los círculos ViCiOSOS del protagonismo de toda índole. Los mismos de siempre, las mismas caras.. !bah!. Ni en los que se acomodan apropiándose de manera oportunista del discurso autónomo gestado abajo y solo abajo. Ni en Albertos Acostas, ni en runas  dandys como Carlos Pérez, ni en Tibán, Ayalas, Morenos, etcs. No creemos en nadie, en nadie, más que en nosotros mismos, los de abajo, de donde día a día resiste y potencia de manera no violenta el mundo nuevo. Ahí, abajo, se preserva y resiste la humanidad. A cuestas, pero en autonomía y con dignidad contra el capitalismo.

 

ECUADOR: EN LAS DESGRACIAS, LA POTENCIA DE ABAJO PARA RENACER

April 25, 2016

ECUADOR: EN LAS DESGRACIAS, LA POTENCIA DE ABAJO PARA RENACER.

CROAR (Cronopios Autónomos Rebeldes)

Es sabido, por desgracia, que en los desastres provocados por la naturaleza los mayores afectados son la gente del pueblo de abajo, el mismo al que le recae el mayor peso de todas las desgracias del capitalismo. Parecería como si el desequilibrio entre la naturaleza y lo humano provocado por un sistema depredador, lo tuvieran que pagar más los que menos lo provocan, los más humildes, dada su menor disposición de bienes materiales y de consumo. Visiblemente sobre el abajo social recaen los mayores efectos de los desastres naturales y humanos, incluida la carga de ser los que más sostienen con su trabajo al propio sistema que los domina, aunque no solo. De abajo provienen la mayor parte de soldados, policías para defender al de arriba. De abajo son las trabajadoras y trabajadores que producen en las fábricas, maquiladoras, para que una millonésima parte se beneficie a su costa, etc. Si son pueblos indígenas, campesinos, etc., el despojo es algo que amenaza su existencia directamente. Y cuando hablamos de pagar el mayor costo es porque, finalmente, cualquier problema que suceda en nuestro planeta, de todas maneras lo tendremos que pagar todos, tarde o temprano, de arriba o de abajo. En este sentido el trabajo en si mismo, por tanto, por ser fuente de apropiación del capital en su demencial desarrollo, es una de las mayores desgracias que padecemos. Nada nuevo, en todo caso…

 

Como se repite hasta el cansancio, estamos en tiempos donde inexorablemente el destino de la humanidad está en proceso cada vez más acelerado de descomposición por efecto del también inexorable desarrollo de un sistema cuya naturaleza es la de producir sin parar mercancías, hasta el límite en donde pone en riesgo la propia existencia humana en el planeta (Marx, A. Jappe, Holloway). Algunas reacciones a esta carrera absurda se dejan ver en múltiples desajustes naturales que provocan desastres, pero también, ciertamente, a procesos propios del incesante movimiento geológico frente a los cuales es impredecible medir sus efectos. En cualquier caso, los estragos mayores los resiente en modo superlativo el de abajo.

 

Pero no todo es desgracia, en circunstancias críticas, como el terremoto que acaba de asolar a muchos lugares de Ecuador, también hay manifestaciones de lo más noble del ser humano (*). Y también estas manifestaciones –pero no solo- se muestran en los sectores que más la padecen, insisto, en el abajo. Así, ver las múltiples muestras de auténtica solidaridad como la del que tiene menos ofreciendo lo suyo, de manera anónima, se contrasta con quienes medran de la desgracia para dar su llamado apoyo con la imposición de la etiqueta que les asegure réditos de todo tipo, empezando por los políticos, siendo que en Ecuador ya se arman para las próximas elecciones (**). Entonces, a las desgracias del terremoto le suceden las desgracias políticas en tiempos donde todo es campaña electoral. En donde la aspiración es el mejor modo de arrancar el voto a como dé lugar. Hoy la campaña electoral pasa por el uso de terremoto. Y si no hay argumento, en una impresionante astucia de verdadero marketing, se busca ganar adeptos con efectos de imagen, ediciones de desgracias de hasta otros tiempos y espacios y puestos como actuales, con tal de ensalzar a quienes dicen tener el patrimonio exclusivo de coordinar los apoyos, como ongs. y el propio Estado, así como quienes, desde la llamada oposición, buscan réditos esforzándose en mostrar a su conveniencia legítimos reclamos de la población por no ser atendidos. En ambos casos uno debe mezclar sentimientos de dolor e impotencia con los de rabia y asco ante el uso hipócrita que se da a la ayuda a los sobrevivientes y afectados por este terrible terremoto.

Pero, decía, que no todo es desgracia, o mejor dicho, en esta desgracia reluce una potencia de abajo que es de una sustancia totalmente ajena a la que esgrimen quienes se afanan en sacar provecho político de todo esto. Frente a las etiquetas en playeras con la figura de un renombrado hombre de la derecha que pasan entre el montón de ropa que llega a los damnificados (el de Jaime Nebot , vale decir por tanto gente de la peor calaña y ausencia de nobleza), en contraste está la señora del pueblo que silenciosamente y guardando el dolor en sus ojos, lleva su lata de atún, todo lo que tiene, a un sitio de abasto para los afectados por el terremoto. Frente a la respuesta llena de coraje de cientos de jóvenes que se aprestan a ser voluntarios para lo que les digan donde puedan ser útiles, en contraste, los que en las redes sociales rascan y rascan tratando de recabar errores en la organización de las ayudas del gobierno y los trabajos de rescate, para soltárselos y jugar con los sentimientos de dolor de la población buscando asociar perversamente a culpables de las desgracias, por omisión o por lo que sea. Así, imágenes de respaldo a una u otra doble intención no faltan. Las redes sociales lo cubren todo, porque son los tiempos de ellas, es un hecho en Ecuador o en cualquier parte del mundo, también su arma de doble filo. Y ahí los contrastes abruman. Entre likes y comentarios encontrados pasa el acontecimiento como tal, diluyéndose peligrosamente en la lógica de lo virtual, y la gente que padece realmente los estragos de esta fatalidad, solo siente en si misma que en el dolor, con lo único que cuenta es consigo misma, que es decir con y entre su gente. De ahí que no se confía en que sean policías que resguarden lo que quedó de su casa, sino que ella misma deba hacerlo. Entre ellos y muchos jóvenes –aun con la frescura de no haber tomado partido por los políticos depredadores orgánicos de la vida-, se dan modos y se reconocen. Cierto que muchos hasta han llegado al colmo de paliar culpas con el cómodo “turismo de ayuda”, pero los más son jóvenes movidos por auténticos sentimientos de solidaridad, porque en las víctimas se reconocen, se identifican, y así la esperanza, en medio de la desgracia, aunque aún muy temprana, empieza a tejerse como posibilidad. En esos gestos de auténtica solidaridad desinteresada; en ese hacer más que hablar en momentos de emergencia; en ese sentimiento de agradecimiento que les brindan la población afectada, se tejen lazos de otro tipo, fuera de las mezquindades politiqueras de absolutamente todo el espectro político ecuatoriano. Más allá del Estado sostenido tanto por el gobierno como la oposición, está esa visibilización de la potencia de abajo que debe sostenerse para que sea alternativa de un mundo nuevo donde a los desastres naturales que tendrán que inevitablemente haber, tenga que emerger renovada la naturaleza y su humanidad, y no su aniquilación. Esa es la riqueza que rescata de Marx John Holloway en su último libro “Contra el dinero”.

 

En esta como en otras desgracias se manifiesta, como si fuera un adelanto a lo que está por venir al mundo entero y de que la alternativa somos nosotros mismos, sin ningún tipo de mediación, para procurarnos nuestras propias fuentes de vida en todos los órdenes posibles y autogestarnos, y así, agregar a nuestro antagonismo al capitalismo la energía de nuestros propios frutos como lucha contra él. Nuestros espacios de resistencia anticapitalista construidos con la argamasa sólida de la potencia de abajo.

 

(*) Se puede decir que esto es comprobable examinando cualquier desastre natural, pero tal vez de los más significativos sea el terremoto en la ciudad de México en 1985 que pasó de ser un movimiento sísmico a un movimiento social, debido a que por la inoperancia del Estado para responder ante esta desgracia, la gente, de manera espontánea, organizó eficazmente la mayoría del rescate y ayuda, logrando tomar conciencia la población de su fuerza y de que el Estado era hasta un estorbo.

 

(**)Es patético ver cómo tuercen las palabras para acomodar justificaciones que les permita ganar elecciones. Desde el socialismo amarillo (los PRD ecuatorianos) disfrazado hoy de manera oportunista como revolucionario (siendo que a su debido tiempo ellos mismos y exprofeso decidieron liquidar al PSRE de Manuel Agustín Aguirre.) pasando por la derecha que busca aliarse. Alianza País, el partido del gobierno, y hasta tristemente la propia CONAIE, que sigue con sus sueños guajiros por medio de su partido Pachakutik, de ver qué sacan si llegan a ser gobierno.

 

John Holloway. “Contra el dinero: Acerca de la perversa relación social que lo genera “. Ed. Herramienta. Bns Aires. 2015.

 

– Anselm Jappe. “En busca de las raíces del mal”. Ediciones CIDECI/UNIVERSIDAD DE LA TIERRA. SCLC. México 2016.

 

– Carlos Marx. El Capital. Libro I, FCE, México.

 

ECUADOR: NI LO UNO NI LO OTRO SINO TODO LO CONTRARIO

e506abde-00e5-4099-b737-a460599983e0-1020x612-1024x614

ECUADOR: NI LO UNO NI LO OTRO SINO TODO LO CONTRARIO (*)

Agosto 31, 2015

  “El Ecuador no desaparecerá por los terremotos, sino por los malos gobiernos” (dicen que dijo una tal santa Mariana de Jesús allá por los lejanos años donde aún no había república.)

Por: CROAR

(Cronopios Autónomos y Rebeldes)

La Pachamama se ha manifestado a través del volcán Cotopaxi parece que en franca y subversiva coordinación con sus gentes que han salido a las calles a protestar en demanda de asuntos que le atañen, y otros no menos explosivos. Según los vulcanólogos que han seguido su largo trajín de siglos, siempre ha habido erupción de este coloso más o menos cada cien años. Ahora se cumplen esos 100 años y, pues, la alarma es tal que la gama de colores ya no sirve, ha sido preciso declarar el estado de excepción. Esperemos no se le ocurra al mentado volcán erupcionar porque entonces tendríamos un estado de sitio.

Así están las cosas en la mitad del mundo, Ecuador, donde la revolución ciudadana está en entredicho por temores y temblores. Aunque por ser momento excepcional ofrece advertir varias cosas, por ejemplo:

Para quienes creen en la llamada “revolución ciudadana” en Ecuador, lo que ocurre en estos días es una oportunidad para reflexionar sobre esa denominación que más que proyecto político de transformación, ha devenido slogan vacuo para ocultar realidades. Para empezar: ¿Qué es ser ciudadano en un sistema y regímenes políticos que por siglos excluyó a la gente y la redujo a simple elector pasivo, si incluso a esa cacareada ciudadanía las mujeres entraron mucho después? ¿Revolución ciudadana no suena a slogan mal encarado a la mexicana con su Partido de la “Revolución Institucional”; es decir: simular, sacar partido de las ambigüedades que dejan las manipulaciones de las palabras. Total siempre les ha quedado el uso de la fuerza para en nombre de ese slogan imponerse con esa daga manchada de sangre marca “Estado de Derecho”. Aquellos que creen en la “construcción de ciudadanía” seguramente encontrarán de qué hablar, pero, tratándose de la “revolución ciudadana” del correísmo (nótese, correísmo, no ciudadanos), ni hay construcción de ciudadanía cuando todas las decisiones se concentran en una sola persona, en una suerte de regeneración de los sistemas corporativos donde la santa trinidad es la norma: Gobierno (Correa, el caudillo), partido (Alianza país) y organizaciones sociales (adeptas) son lo mismo. Y, claro, sistema corporativo funcional para hacer efectivas las reales decisiones que se toman más allá de lo local. En México, por esto mismo, ¿existe ciudadanía?. Ya lo han dicho los de las montañas del sureste: Puro cuento. Seguramente los que aún bregan del basurero del sistema político mexicano no les queda de otra que creer en eso, nomás haciendo la simulación de ser de izquierda para que no se vea tan “fiero”, es decir, no dé tanto asco. Igual, la mentada ciudadanía en Ecuador no es el sustento real de su llamada “revolución” porque atrás quedó lo que, haciendo memoria, sabemos, era la motivación original del pueblo forajido que hoy ha salido nuevamente a las calles y que abrió el camino para iniciar una transformación real. La idea que pulsaba en muchos/as era la refundación del país donde la impronta indígena tendría al fin su lugar decisivo, no solo como otro simple sector de la sociedad ecuatoriana, sino como raíz que nutre la diversidad, pero no fue así. Algo ocurrió y ¡atención!, se dejó que ocurriera. Aquí no valen lamentos de traiciones que “ya somos mayorcitos como para andar buscando ese tipo de justificaciones”. Aquí lo que hubo fue una gran equivocación: Todos los actores de ese tiempo se encandilaron en quién, qué persona, “individuo de individualidad individual” sería elegido presidente. Los egos se vestían de programa político y el “convencer y no vencer” de los pueblos zapatistas, por decirlo de algún modo, ahí era un estorbo. Las disputas de aquellos tiempos pasaban por los cálculos estratégicos, no por la preocupación de construcción de espacios de “poder” popular autónomos, y que en el Ecuador de ése entonces la palabra autonomía era señal de ser ilusos porque lo que importaba era el poder. En definitiva, todos (no decimos todas porque las mujeres siempre en esta experiencia por lo demás marcada por los estilos machistas y patriarcales de parte y parte, han sido excluidas realmente, aunque hayan excepciones) hicieron esa alianza y a pesar de que habían ya señales de desvíos del anhelo original, no se hizo lo que se tenía qué hacer. Por ejemplo, el tema en la elaboración de la constitución donde los derechos de los pueblos indígenas fueron tratados al vapor, y en donde, entonces, no se tuvo la contundencia de responder ante esta clara señal de supeditar a lo coyuntural lo realmente importante. ¿Por qué?, pues, porque se trataba seguramente del análisis de la “correlación de fuerzas” que solo permite hacer de la política un ejercicio para ser ganador y no proceso de construcción. El hecho es que se cosecha lo que se siembra. Las semillas adrenalinas de Correa están dando sus frutos adrenalinos, eso si, genéticamente modificados; su desarrollismo de nuevo tipo, o sea trasnochado a estas alturas del partido donde el capitalismo está en lo que está, se encuentra con el tope de no tener más de donde sacar recursos para emprender “sus inversiones sociales” combinadas con beneficios reales desproporcionados a las empresas (ahora hasta chinas, así de lejos) que en la bendita competencia capitalista pone a unos contra otros, como de por si es la proclama de la “saludable competencia del libre mercado”, y que hoy, la oligarquía de siempre, viva y regenerada, pugna por no ser desplazada. En este punto ¿qué es la derecha? y, ¡ups!, ¿qué es la izquierda? (La otrora Otra Campaña por eso expresó “abajo y a la izquierda anticapitalista” para estar más allá de esa rancia distinción que ya no refleja la realidad). En definitiva, el gobierno de Correa, por solo decir de Ecuador, está en los límites. El autoritarismo y estilo adrenalino de Correa son, entonces, UN ESTORBO para el proyecto de real transformación que originalmente se propusieran los forajidos y que hoy salen, siguiendo el caudal indígena, aunque un poco a destiempo, para defender ese proceso. ¿Habrá en Alianza País, el partido que apoya a Correa, la suficiente entereza y conciencia de esto, es decir, de poner sobre la mesa el anhelo de transformación antes que la defensa del estorbo?. La sabiduría de nuestros ancestros manda que en los corazones de la gente no todo es blanco y negro. Dentro de Alianza País –no todos, claro está, es más, no los enquistados en la nueva trinca correista- está también lo mejor del pueblo ecuatoriano que desea un auténtico cambio. Fueron forajidos también y hay que verlos como tales. Quienes hagan de este proceso un asunto maniqueo son los más peligrosos enemigos de una auténtica transformación, porque, hay que decirlo, ya el Ecuador no es el mismo, ha cambiado y, creemos, para bien, en el sentido de conciencia política como posibilidad de asumir nuevas prácticas para construir nuevo mundo, antes que solo la adrenalinosa expectativa mesiánica del gran día. Tienen que reencontrarse los forajidos con los pueblos indígenas, afroecuatorianos, etc.

Por otro lado la llamada oposición. Valga aquí otra pregunta: ¿Qué es ser de oposición? ¿Acaso la dinámica oposición/gobierno no juegan la misma lógica?. ¿Hay que hacer oposición? ¿Es la única forma posible de luchar?. En lo personal creemos que de ninguna manera, también hay que escapar de esa dinámica. Y no se vale distinguir para este asunto solo entre “oposición de derecha y oposición de izquierda, como sugieren algunos” (1). Simples jugadores con las mismas lógicas. La realidad, por lo contrario, nos obliga a plantearnos ser AUTÓNOMOS, es decir, CONSTRUCTORES DE CAMINOS , más allá de que haya o no “la bendita correlación de fuerzas” (también como por esos rumbos mexicanos lo han declarado públicamente los sureños rebeldes, nos cagamos en la correlación de fuerzas (2). Y decir caminos es incluir los puentes que de vez en cuando permiten avanzar. Y, ya sabemos, haciendo memoria de Machado: si “caminante no hay camino, se hace el camino al andar”, entonces quienes buscan el camino trazado, la vía, la dirección, pues no son caminantes, nomás son borregos (“con las debidas disculpas a quienes nos dan abrigo”). Y ser caminantes solo es posible con el alimento vital del antagonismo al sistema capitalista, al patriarcado y etcs; pero, ¡ojo!, antagonismo no es ponerlo frente a mi, exteriorizándome, al capitalismo para darme gusto hablando y despotricando contra él, no, porque como dice Holloway, hacemos el capitalismo, y, por tanto, sin miedo a la libertad, solo nos autoconstituimos socialmente luchando. Es el jugarse la vida en eso. Dicho de otro modo a quienes se prepararon por años para “tomar el poder” y al fin dijeron que lo encontraron pero que por la traición de Gutiérrez no pudieron continuar; a quienes no tuvieron agallas para rechazar a la fundación alemana GTZ (3) en la experiencia de construcción de la educación bilingüe intercultural EBI, una de las columnas vertebrales de la organización indígena más sobresaliente (no está por demás que la autonomía no se pide, se hace); a quienes hacen verdaderas carreras políticas con sus pueblos para luego detentar privilegios individuales llamando a eso con el eufemismo del individual “liderazgo”, como si nuestros pueblos no tuvieran las más sabias prácticas de encargos de responsabilidades y de toma de decisiones; a quienes creen que hay una derecha democrática más potable frente al autoritarismo izquierdoso; a todo/as nosotros/as que dejamos que nos suplanten y no representen los llamados dirigentes; por todo ello a todos/as nos toca tener la entereza, la altura de espíritu rebelde en RECONOCER NUESTROS ERRORES para hacer de ellos aprendizaje fructificador, y no esconderlos por miedo a perder. Desde ese reconocimiento, entonces, existe la posibilidad de que desde abajo se tejan los puentes que nos permitirán andar. “Que tire la primera piedra el que esté libre de pecado”, en esta materia, obviamente (nomás para recordar que, poniendo los trapos al sol, !qué tendríamos mis cuates!). Solo el de abajo reconoce al hermano, donde quiera que se encuentre agrietando. Cuando ya no es hermano es que se ha puesto arriba o sirve a los de arriba, o sea, ha cambiado el martillo, el pico, por la paleta para “encementar” en vano las grietas. El abajo forajido debe reencontrarse para reconducir el proceso de transformación ecuatoriano, y, quienes estorban, deberían tener la dignidad de hacerse a un lado cuando tenga que ser, para que el proceso de cambio siga su curso, porque, como han advertido los micromacrotelescopios de los pueblos rebeldes del sureste mexicano, viene una terrible tormenta y no hay que perder de vista la perspectiva anticapitalista global, no solo coyuntural y local porque el capitalismo es como una hidra. Creemos -atreviéndonos a sugerir-, que deberían, entonces, crearse espacios de encuentros y diálogos entre los del abajo forajido movilizados en las calles hoy, con los forajidos que siendo de Alianza País también no están conformes con las actitudes autoritarias de Correa, o incluso con los que creen en el gobierno mismo, y junto a la gran mayoría que abajo sufre y que hay que reconocer, con humildad, no se encuentran expresados en ninguno de estos lados, pero que son de abajo. Hay que traer a Freire y construir colectivamente la pregunta generadora que junte a todos y todas los y las de abajo a reflexionar, evaluar. Y, bueno, como sugerir no cuesta nada, también, pues, ¿por qué no apoyar el cobro de impuestos a las herencias de los más ricos? ¿Por qué no hacer de eso una discusión positiva para que sea efectiva y no simple demagogia, como se dice?. Esos pueden ser puntos de encuentro desde abajo y de manera autónoma, no reuniones cupulares entre los que hasta se conocen individualmente, sino entre la gente de abajo. Igual los temas de la agenda justa que moviliza hoy a una parte de los forajidos.

¡Ah!, y si por suerte se logra reconducir el Ecuador de abajo, ojalá no la adjetiven como “ciudadana” a dicha experiencia porque… ¡otro mundo es posible!, aunque, vamos, no otro planeta donde volcanes como el Cotopaxi no se cobren las cuentas de quienes no supieron defender a la Pachamama.

(*) En este escrito se usa el término forajido como manera de recuperar la rebeldía de los de abajo que derrocaron al militar agente de la CIA Gutiérrez y que abrió el proceso de transformaciones en Ecuador.

(1)http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202322

(2)https://es.wikisource.org/wiki/Discurso_del_Subcomandante_Marcos_%22Hasta_morir_si_es_preciso%22

(3). La GTZ son las siglas de “Cooperación Técnica Alemana”, hoy GIZ: http://www.giz.de/de/html/index.htmlhttp://finanzascarbono.org/colaboradores/agencia-alemana-de-cooperacion-tecnica-giz/

Fuente: http://kaosenlared.net/ecuador-ni-lo-uno-ni-lo-otro-sino-todo-lo-contrario-2/